Mandala:”Dulce Rendición”

Muchas veces en nuestra vida, nos enfrentamos a desafíos que regresan persistentemente y que nos incitan necesariamente a dar paso a una rendición, a no seguir invirtiendo nuestras energías en tratar de cambiar situaciones que no se pueden cambiar, de controlar, de luchar, de oponerse con otras ideas, resistir, etc, etc. Es en este punto de nuestra vida en que ya nada nos está funcionando y parece que hemos perdido el “control” de nuestro camino.

Y claro es que en ese constante forcejear nos hemos estado yendo contra corriente y ha llegado el tiempo de entregarnos dulcemente al fluir de la corriente misma de la vida. Un tiempo que nos  proporciona una tregua para sentir la necesidad de dejarse llevar por el flujo de la existencia, darse cuenta del alcance y las repercusiones que la rendición genera en nuestro crecimiento interno.

Siento por experiencia propia que cuando uno vive momentos de rendición, uno se conecta profundamente con ese espacio y momentum sagrado en que nuestro espíritu se conjuga con la Voluntad Divina. La personalidad cansada de forcejear se rinde y toma el mando el Ser que se acopla al flujo de la vida. Uno se rinde simplemente a lo que es, ocupando así solamente el presente.

Este mandala representa este momentum, dos pilas grandiosas de agua tanto arriba como abajo, en el cielo y en la tierra están ocupando esa majestuosidad de confianza en la existencia.  Dos soles, el sol terrenal y el sol espiritual con su sutileza exacatamente balanceada en ambos mundos. Las pilas de agua se asientan en el gran ojo que todo lo vé, el ojo de la intuición y del corazón que en el momento de la rendición, tiene la capacidad de ver más allá de lo que simplemente se vé. El centro es el Ser en el presente donde se concilian pasado y presente, lleno de amor, paz, fuerza y buena voluntad.

Crear este mandala ha permitido que surga el resplandor de la quietud en mí, esa sensación de confianza infinita, de una paz insondable. Y sabes que a partir de ese momento todo lo que suceda tiene un Orden y una causa perfecta. Es como tirarse al vacío sin miedo sabiendo que todo vá a estar bien.

Cabe aclarar que no se trata de una rendición que implica renuncia, incapacidad de responder a las pruebas de la vida, letargo, etc. La verdadera rendición, es algo totalmente diferente. No significa soportar pasivamente cualquier situación  sin hacer nada al respecto. Tampoco significa dejar de hacer planes o de iniciar acciones positivas.

La rendición viene a ser una sabiduría simple pero profunda que implica como ya dijimos, ceder más que oponerse al flujo de la vida.  Es renunciar a la resistencia interna a lo que sencillamente es.

Pasamos muchas veces por períodos y a veces hasta años de resistirnos internamente a lo que nos presenta la vida.  Nos enrollamos en pensamientos y acciones rígidas, llenas de prejuicios, miedos y consecuentemente de dolor. Es bueno darse cuenta de lo que está pasando, que las cosas van mal y que no fluye nada y desde ahí tomar medidas pues así no se puede seguir caminando. Identificar cuando la presencia de la rendición es vital y evaluar el por qué de ello, que realmente encierra, sus causas, efectos y repercusiones.

El momento de la rendición, de la dulce rendición, te libera de toda la carga mental y del sufrimiento. Cuando uno se rinde dulcemente a la Voluntad de lo Divino, uno se re-conecta con el Ser y se ajusta al flujo de la existencia.

“Padre-Madre-Amor, es mi voluntad que se haga tu Voluntad en mí”

Susana Guerini

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