Jung cada mañana elaboraba un mandala para comprender sus propios procesos psíquicos e interpretar sus sueños. El estaba convencido de que el ámbito de los sueños reflejaba la riqueza y la complejidad del inconsciente personal y colectivo. Jung opinaba que la psique es un organismo de autorregulación en el que las actitudes conscientes son propensas a ser compensadas por el inconsciente (dentro del sueño).

En nuestros sueños ya estamos proyectando contenidos inconscientes que necesitan moverse para ordenarse y para que nuestra fragmentación en el estado de vigilia pueda juntarse y completarse en estados de sueño. Para mí, en los sueños seguimos procesando aquello que ha estado pendiente o que despiertos no hemos podido integrar.  Así mismo en nuestros mandalas personales también estamos proyectando lo que hemos llevado a la sombra para poder sobrevivir. Dos herramientas que nos dan mucha información sobre lo oculto en nosotros y la posibilidad de accederlo para llevarlo a la consciencia.

En cuanto a la interpretación de los sueños, sigo el mismo enfoque con el que abordo los mandalas, cada uno tiene su propio y único significado, de acuerdo al momento de vida que esté viviendo y a su propia percepción e intuición. En los sueños y en los mandalas los símbolos son explorados por un significado personal y no por conceptos e ideas predeterminadas.

Durante mi vida los sueños han jugado un papel importante para mi crecimiento interior. Recuerdo casi siempre mis sueños y tengo la práctica de compartir junto con mi compañero de vida nuestros sueños al despertarnos. Esta práctica apoya mucho para recordar los sueños. El hecho sólo de contarlo ya ayuda a traer más detalles de lo soñado y juntos solemos indagar en las imágenes que más nos mueven internamente y sobretodo con los sentimientos que afloran con estas imágenes.

Esta práctica me ha ayudado incluso a estar más consciente de mis sueños durante la noche. Por ejemplo cuando me despierto sobresaltada porque he tenido un sueño en que mi vida se vió amenazada por algo traumático como un accidente, asalto, caída, etc y me he quedé con miedo sin poder defenderme o evitarlo, vuelvo a entrar al sueño pero esta vez me defiendo, prevengo y actúo antes para evitar ser víctima de las circunstancias. Hay una clara diferencia entre despertarme con miedo y despertarme empoderada, aliviada y con energía una vez que puedo entrar nuevamente en el sueño activando la fuerza interna que hay detrás del miedo, la protección y la seguridad.

Algunas veces cuando tengo sueños fuertes, cargados de imágenes que me conmueven o me impactan surge la necesidad natural de llevar estos sueños o mejor dicho este estado emocional tras el sueño, a la creación de un mandala. Es como si el Alma llamara a ordenar e integrar los procesos de sanación que están proyectándose en los sueños y requieren una elaboración más profunda. Y no es tanto que estamos tratando de entender el sueño sino más bien tratando de comprender mejor en qué parte del proceso de sanación está el soñador.

 
¿Ahora bien, cómo complemento el trabajo de los sueños con los mandalas?

 

Para mí primeramente no se trata de dibujar lo que soñé, porque ahí entra un control mental de que en mi mandala salga lo que soñé. Sino más bien me conecto con mi sueño, con las imágenes que han quedado resonando en mí, con mis sentimientos acerca de lo soñado, con las sensaciones corporales y una vez que logró conectarme completamente empiezo a dejar fluir los colores y las formas de manera intuitiva.

En mi último proceso usé pinturas para dedos y colores acuarelables. Sentí la necesidad de trabajar con los dedos por la sensación de fluidez y movimiento que me aportaba el trabajo con este tipo de pintura. Ayudaba a crear mi mandala de forma expansiva, lo que necesitaba en ese momento.

Una vez trazado el círculo me conecté con el espacio vacío en actitud de apertura a lo que me quiera decir. Sentí mayormente que habían cuatro espacios principales dentro del círculo que querían expresarse. Así me fui conectando con cada uno y eligiendo un color intuitivamente para cada espacio. En el caso del color negro sentí una fuerte necesidad de complementarlo con el color rojo. Pinté un espacio a la vez y con los ojos abiertos. Cada espacio pintado producía en mí sensaciones y sentimientos diferentes, como si fuera cada uno, un mundo distinto. Iba registrando amorosamente todo lo que iba expresando mi mandala, tomando consciencia y ordenándome.

Así quedó mi mandala, seguí el ritual de buscar el norte de mi mandala y lo dejé que se asiente, que vayan bajando las fichas del puzzle en mí por unos momentos. Luego pude ver en la parte derecha que intuitivamente había hecho sin proponerme los gusanos que había soñado la noche anterior y que me habían hecho sentir repugnancia y rechazo. En la parte inferior estaban para mí brotes, como fermentos que si bien el color me hacía sentir regeneración y vida, había también una sensación en mi cuerpo de ansiedad. En la parte izquierda para mí era como un árbol o un arbusto lleno de ramas pero sin embargo me hacía sentir que algo estaba oculto. Que era como un camuflaje, algo bien tapado. Y en el centro el amarillo para mí, era una fuerza de energía que surgía con vitalidad y rompía con lo demás, se vinculaba con mi sueño de estar viajando y querer llegar a donde tenía que ir pero me costaba tanto llegar.  Como pueden ver todo movimiento es importante, el mental, el emocional e incluso el de las sensaciones físicas. Recordemos que ser capaces de percibir sensaciones corporales es la base misma de la consciencia emocional. Todo debe ser tomado en cuenta cuando uno trabaja con mandalas.

Hice luego una tirada de cartas del oráculo y elegí intuitivamente con la mano izquierda una para cada espacio.

Ahora mi mandala con los símbolos de las cartas me hablaba de manera más clara todavía. El espacio derecho (negro con rojo) era el duelo, la pérdida… los gusanos símbolo de muerte y vida. El espacio en verde, la protección. Muchas veces la palabra en la carta puede no darnos suficiente información pero si vamos a la imagen a mirarla cuidadosamente y sentir que nos dice cada parte, nos puede ayudar mucho. Aquí me llamó los “muchos hijos” más que la palabra protección (luego explicaré con detalle el resultado de cada parte pintada y su relación con la carta). El lado del arbusto, escondida…la indecisión…tal cual. Y la parte amarilla la determinación!! Fue la carta que más resonó en mí y me llenó de motivación y fortaleza. Muy revelador pero aún sentía que debía ahondar más en mi mandala. Así que inicié una meditación con mi mandala utilizando Samaya (método de integración emocional) otra herramienta valiosa que es parte de mi “maletín de herramientas”.

 

Si quieres entrar mucho más profundo con tu creación mandálica puedes entrar en meditación con tu mandala.

Se lo pone a una distancia y a una altura donde te sientas cómoda y segura. Así puse mi mandala y empecé a entrar en él visualmente. Siempre recomiendo empezar desde la parte donde nos senitmos a salvo, para que desde ese recurso nos movamos a las partes que menos seguridad nos dan. Como si fueras una hormiguita vas adentrándote en cada espacio, moviéndote con consciencia, abierta a lo que se pueda percibir, a las imágenes, viendo cómo van cambiando, cómo van apareciendo otras que a simple vista no podías ver. Abriéndote a todo lo que se siente con cada imagen, con cada color, dando la bienvenida a todo lo que quiere ser descubierto y expresado.

Elegí entrar a mi mandala por la parte inferior, el color verde donde encontré que tenía sentimientos encontrados, por un lado me sentía bien con ese poder de generar y regenerar vida, esa cantidad de oportunidades, de hijos, de alternativas como brotes que por un lado asocié con la palabra “protección” de la carta ya que eran como manos que daban ayuda. Por otra sentía ansiedad por no saber a cuál poner mi atención, cuál merecía prioridad y cuidado. Tal como me había mostrado la carta, esa madre con varios hijos alrededor. Esto estaba produciendo inseguridad e indecisión en mí bien escondidas en el arbusto azul izquierdo (femenino).

La parte derecha, negro y rojo fue la que más me costó, entré con cautela, respirando, sintonizándome y sintiendo rechazo y miedo (relación con lo masculino). Pude entrar a través de esos trazos a capas profundas de mi sombra permitiéndome sentir mis pérdidas de la niñez. Logrando reconciliarme con lo vivido internamente en esa época. Hasta que sentí que estaba integrado, que ya había espacio en mí, que lo que estaba excluído se había derretido. Esto se lo puede sentir corporalmente como un calor que corre por el cuerpo o cuando se tiene más espacio físico para respirar, o cuando se siente una especie de hormigueo que se mueve por ciertas partes del cuerpo. Y más que nada cuando se activa la fuerza interna que hay detrás de lo encapsulado expandiéndose en todo el cuerpo, sintiendo que dentro de mí existen fuerzas o energías que promueven la vida, que se autoregulan, que buscan equilibrio.

Terminé con el color amarillo, la carta de la determinación. Reconocí en los trazos la imagen de una pareja, resonó en mi plexo solar, podía sentir ese poder amoroso que ayuda a caminar hacia adelante. Me sentí bendecida y fortalecida de caminar en pareja. Me llené con esa sensación en cada inalación que hacía. Poco después esa imagen cambió y se convirtió en un elefante amarillo!! Fue muy grato reconocerlo, pues uno de mis animales de poder es el elefante blanco pero aquí fue una sorpresa verlo amarillo. Me conecté con la fuerza del elefante amarillo, ese caminar despacio, con determinación, seguro y fuerte. Ese caminar sin aplastar a nadie y sin que nadie lo aplaste. Aquí en este punto fue el cierre del proceso, terminarlo llenita de determinación, cargada de la energía del elefante amarillo que aún está conmigo. El proceso de meditar con mi mandala duró aproximadamente una hora.

Como pueden ver en este trabajo con mi sueño, dí la vuelta al círculo del proceso pasando por todos los pasos, desde el sueño, luego por la creación del mandala, la tirada de cartas y la meditación mandálica. Cada paso trajo más y más información y permitió que se cierre en círculo en espiral llegando a una integración. Este proceso suelo aplicarlo a mis alumnas acompañándolas y guiándolas. Una vez que lo han hecho carne y se sienten seguras para hacerlo solas, lo realizan en sus casas cuando necesitan entrar en proceso de sanación.

Susana Guerini

Jung cada mañana elaboraba un mandala para comprender sus propios procesos psíquicos e interpretar sus sueños. El estaba convencido de que el ámbito de los sueños reflejaba la riqueza y la complejidad del inconsciente personal y colectivo. Jung opinaba que la psique es un organismo de autorregulación en el que las actitudes conscientes son propensas a ser compensadas por el inconsciente (dentro del sueño).

 

 

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