Al miedo se lo ha catalogado por mucho tiempo como un “sentimiento negativo” y esa etiqueta ha hecho que las personas huyamos de él, lo evitemos y lo guardemos en alguna parte de nuestro cuerpo como si se tratase de la peste. Por suerte hoy en día ya está cambiando esa percepción y algunos terapeutas ya ven la importancia de romper con esa definición cultural opresora que tanto daño ha hecho.

Al separarnos del miedo hemos perdido la conexión con nuestra vulnerabilidad y con nuestra propia naturaleza humana. El miedo tiene la función de indicarnos que estamos en peligro y protegernos. El miedo puede encapsularse en nuestro cuerpo o congelarse en algún órgano y provocar dolor y enfermedad. Todos los sentimientos son nuestros aliados y si nos apoyamos en ellos pueden darnos mucha sabiduría.

Para trabajar y procesar el miedo con mandalas de una manera terapéutica y no artística, es necesario soltar todo control e ir directamente al cuerpo. No podemos acceder a los sentimientos con un abordaje descendente de lo cognitivo hacia abajo (cuerpo) porque nos quedaríamos sólo en el discurso mental y no llegaríamos al origen que está en el cuerpo. El abordaje ascendente desde el cuerpo hacia arriba (coginitivo) crea un lenguaje no verbal que se puede expresar directamente desde las sensaciones corporales, relajando así los síntomase e integrándolo finalmente de manera cognitiva.

En el mandala bilateral hacemos visible lo invisible pero no a través de imágenes determinadas sino de movimientos sensoriales en el papel con la pintura. Como sabemos, el miedo guardado en el cuerpo puede desencadenar en ansiedad o ataques de pánico, jaquecas, insomnio, etc. ¿Cómo podemos entonces entrar directo al miedo con mandalas geométricos o mandalas bonitos o plantillas de mandalas? Imposible, infructuoso y poco saludable. Y es que no sirven los cuadros sinópticos, ni las estructuras mentales ni el control para poder conectar realmente  con los sentimientos especialmente si se trata del miedo, la ira y la tristeza. Al abordar estos sentimientos de manera conceptual  lo que estamos haciendo es simplemente adornándolos y tapándolos más.

Si bien con los mandalas intuitivos había cierto acercamiento al cuerpo y a la memoria implícita, con el mandala bilateral que se trabaja con ojos cerrados y ambas manos, estoy convencida es la manera más idónea para entrar directamente al cuerpo, ahí donde está el miedo congelado. El cerar los ojos en este trabajo tiene el propósito de desalentar el enfoque visual de hacer algo artístico, arte que se vea bonito, bien y perfecto.

Las formas que surgen con los ojos cerrados y su repetición rítmica tienen el propósito de construir confianza, percibir y acompañar las sensaciones corporales con dibujos bilaterales. No estamos haciendo ninguna especie de arte. radiografía del miedo

En ésta imagen por ejemplo vemos cómo el miedo se ha expresado naturalmente con colores, ritmos y formas en el papel. Sintiendo las contracciones, los nudos y tensiones en el cuerpo, expresándolas y dándole un lugar para que se muevan libre-mente. Sí, así luce el miedo expresado en el papel, para mí es como sacar una radiografía y poder ver cómo está el miedo internamente. Vamos a ir viendo cómo va cambiando y tomando nuevas formas y resoluciones.

Este trabajo empieza con una meditación escaneando todo el cuerpo para estar más presentes y ocupar totalmente el cuerpo. Hago esto porque la mayoría de veces cuando estamos con miedo estamos disociados del cuerpo como una estrategia para sobrevivir, pero eso a largo plazo hace que vivamos a medias nuestra vida. Así que una vez que hemos hecho contacto consciente con nuestro cuerpo respondemos a las preguntas:

¿En qué parte de mi cuerpo siento el miedo?

¿Cómo se siente? ¿Qué sensaciones tengo?

¿Cómo es la textura del miedo en esa parte?

¿Qué movimiento necesito para resolver la tensión?

¿Qué necesita mi cuerpo para sentirme contenida?

Una vez que estamos conectados con el miedo en el cuerpo decidimos qué elementos usamos para pintar. Aquí ya la guía interna nos dirige a elegir lo que necesitamos para ir expresando poco a poco el miedo. Con ojos cerrados empezamos a movernos con los colores bilateralmente sintiendo el miedo en el cuerpo, accediendo a los recuerdos implícitos  y creando espacio interno y externo para que ese miedo pueda moverse. Trasladando en el papel las sensaciones corporales que produce el miedo, nos conectamos con la biografía corporal más que con los conceptos mentales.

Así el miedo se vá moviendo y expresando con colores y formas sentidas en el cuerpo, se vá creando espacio y confianza para poderlo integrar. El círculo lo hacemos con ojos abiertos al final de cada dibujo bilateral, es el sello del amor incondicional, el que todo lo abarca, lo contiene y lo sostiene. El mandala bilateral entonces se crea desde lo más profundo, desde las sensaciones corporales, los movimientos rítmicos, los sentimientos hasta llegar a lo cognitivo en un proceso orgánico. Estamos re-escribiendo nuestra historia y regulando nuestro sistema nervioso.

En este trabajo se crean varios mandalas bilaterales a la vez, por lo general alrededor de 4 mandalas. En mi experiencia es mejor empezar a trabajar con pinturas como pasteles y crayones y luego a medida que se avanza con el proceso y se adquiere  más confianza se usan las pinturas de dedos. Las pinturas de dedos son poderosas como canales para conectar con nuestros recuerdos sensoriales de la infancia. Con las pinturas de dedos podemos trabajar  los recuerdos traumáticos. En ésta radiografía podemos observar el trabajo con pintura de dedos y cómo el miedo se vá descongelando y conteniendo con las huelllas azules de las palmas de las manos (acto empoderador), aparece ya una vertical, el héroe parado en sus pies.La vertical representa ya en este tercer mandala una respuesta activa al congelamiento.

Cada proceso es único y tiene su tiempo y su importancia. El valor está en el mismo proceso  creativo más que en los resultados “artísticos”. Una vez que se vá recorriendo de mandala en mandala el miedo, éste se disuelve como cubo de hielo en agua. El cuerpo se vá relajando y hay más espacio para respirar, para vivir. En este último mandala bilateral hay una integración amorosa del proceso con el miedo, aparece el corazón, el infinito (formas arquetípicas femeninas) y la vertical (forma arquetípica masculina) también, amor y límites sanos a la vez. Se ha encontrado el ritmo propio, conectado con el cuerpo y con la guía interna. Es como si tomáramos una radiografía luego del tratamiento y pudiéramos ver cómo nos hemos sanado.

Para cerrar se hace un recorrido con todos los mandalas bilaterales creados en frente de la persona, se observa, se siente cada paso, se pone palabras al proceso, se siente cómo está el cuerpo ahora y qué ha pasado con el miedo luego del recorrido. Los resultados siempre son beneficiosos y producen mayor bienestar y mayor consciencia.

“Sé amable con el miedo, él es un niño, hijo de lo desconocido.Ha viajado años luz para encontrarte.

No temas sentirlo en todo tu ser, no te lastimará, déjalo que se acerque, permítele penetrarte si así debe ser.

Permite que el miedo, tan incomprendido descanse en tu vasto corazón. Permítele caminar contigo.
Jeff Foster

El trabajo con el mandala bilateral es un trabajo poderoso y profundo que no se lo puede tomar a la ligera. Para entrar en este trabajo es necesario primero pasar por trabajos terapéuticos preliminares (acompañadas con un terapeuta) de lo contrario podría ser retraumatizante o simplemente una pérdida de tiempo. No todos podemos acceder en pocas sesiones a este trabajo, tenemos que prepararnos con prácticas de estabilización para poder luego entrar con más confianza a la herida profunda.

Susana Guerini

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